miércoles, 3 de octubre de 2012

¿Cuál será tu misión?


No sé lo que es ser recibido por mi hijo corriendo para encontrarme. No sé festejar un gol de mi hijo en algún partido de fútbol en su colegio. No sé lo que es ir al parque a jugar con mi hijo cogiéndolo de la mano. No sé qué es ir todos los días a dejar al colegio a mi hijo. Lo que sí sé muy bien es, cómo hacer interminables colas en los hospitales para sacar una cita. Madrugar cuando todavía no hay luz del sol para ser el primero, en algún centro de salud del estado (INR y Hogar Clínica San Juan de Dios, para poder tener un cupo en terapias. Sé muy bien festejar cada palabra, mirada, frase y/o respuesta. Sé a la perfección atesorar momentos, que estoy seguro pocos padres lo hacen, en los que mi hijo levanta un dedo y con precisión de cirujano coge algún objeto sin ni siquiera verlo. Me emociono al escucharlo hablar por teléfono con alguien o cuando mi hijo dice el nombre de la persona que está por entrar a la casa. Me asusta cuando mi hijo empieza a llamar a una persona que no está en la casa y está delicada de salud, como mi padre o la tía Blanquita, que ahora están cuidándonos desde el cielo. Me asusta cuando mi hijo no llora, ni se asusta al ser inyectado en el hospital, pues para él, es algo sumamente normal. Estoy seguro que tienes una misión en esta vida. Nadie pasa por todo lo que tú estás pasando sin ningún motivo. Tenemos una gran responsabilidad en nuestras manos. El éxito de Jesús es el éxito de todos. Cada sonrisa suya, es una recompensa para todas las personas que están al tanto de él, de su salud, de su desarrollo. Cada lágrima que recorre su mejilla, también recorre las nuestras. Es así. Tú estás en todos nosotros. Tocaste nuestros corazones y de alguna manera cambiaste nuestras vidas.
Quiero dar especial gracias a familiares, amigos, compañeros de trabajo, mis queridas alumnas, profesores, terapistas, doctores, etc. A todos aquellos que siempre están pendientes de Jesús, que hasta ahora su misión más importante ha sido, unirnos a todos.

Escribo esto con lágrimas en los ojos, porque por más que logren entenderme o decir, “imagino cómo te siente”,  nunca sabrán lo que yo siento. Alegría, tristeza, impotencia y mucho más. Gracias por intentar ayudarme con esta carga. Muchas veces lo hacen con tan sólo preguntar por él.



No hay comentarios:

Publicar un comentario