No sé lo que es ser recibido por mi
hijo corriendo para encontrarme. No sé festejar un gol de mi hijo en algún
partido de fútbol en su colegio. No sé lo que es ir al parque a jugar con mi
hijo cogiéndolo de la mano. No sé qué es ir todos los días a dejar al colegio a
mi hijo. Lo que sí sé muy bien es, cómo hacer interminables colas en los
hospitales para sacar una cita. Madrugar cuando todavía no hay luz del sol para
ser el primero, en algún centro de salud del estado (INR y Hogar Clínica San
Juan de Dios, para poder tener un cupo en terapias. Sé muy bien festejar cada
palabra, mirada, frase y/o respuesta. Sé a la perfección atesorar momentos, que
estoy seguro pocos padres lo hacen, en los que mi hijo levanta un dedo y con
precisión de cirujano coge algún objeto sin ni siquiera verlo. Me emociono al
escucharlo hablar por teléfono con alguien o cuando mi hijo dice el nombre de
la persona que está por entrar a la casa. Me asusta cuando mi hijo empieza a
llamar a una persona que no está en la casa y está delicada de salud, como mi
padre o la tía Blanquita, que ahora están cuidándonos desde el cielo. Me asusta
cuando mi hijo no llora, ni se asusta al ser inyectado en el hospital, pues
para él, es algo sumamente normal. Estoy seguro que tienes una misión en esta
vida. Nadie pasa por todo lo que tú estás pasando sin ningún motivo. Tenemos
una gran responsabilidad en nuestras manos. El éxito de Jesús es el éxito de
todos. Cada sonrisa suya, es una recompensa para todas las personas que están al
tanto de él, de su salud, de su desarrollo. Cada lágrima que recorre su
mejilla, también recorre las nuestras. Es así. Tú estás en todos nosotros. Tocaste
nuestros corazones y de alguna manera cambiaste nuestras vidas.
Quiero dar especial gracias a
familiares, amigos, compañeros de trabajo, mis queridas alumnas, profesores,
terapistas, doctores, etc. A todos aquellos que siempre están pendientes de Jesús,
que hasta ahora su misión más importante ha sido, unirnos a todos.
Escribo esto con lágrimas en los
ojos, porque por más que logren entenderme o decir, “imagino cómo te siente”, nunca sabrán lo que yo siento. Alegría, tristeza,
impotencia y mucho más. Gracias por intentar ayudarme con esta carga. Muchas
veces lo hacen con tan sólo preguntar por él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario